En cierto punto, los mitos y leyendas son considerados como referentes literarios para identificar parte del vestigio cultural de determinada nación. Pensemos por ejemplo en las leyendas del Popol Vuh y como este texto alude a una determinada concepción del génesis por parte de la cultura maya. Ahora pensemos en el Ramayana en donde podemos ver plasmadas distintas enseñanzas del pueblo Hindú, así podemos seguir con la lista, Las mil y una noches, La odisea y la Ilíada, etcétera. De manera simple podemos decir que estos textos son tan importantes por lo que cuentan, aunada a la cosmovisión del mundo que ofrecen; no obstante, encontramos que estos y otros textos podemos concentrarlos en el campo de la literatura, rasgo humano que solo nosotros podemos concebir. Ahora bien, ¿A qué va todo esto?... es indudable que tanto como naciones o países que somos, no podemos despojarnos de aquellas producciones culturales que nos hacen ser nación, esto es, que nos hacen ser lo que somos; nuevamente surge otra cuestión ¿Y qué somos?, ¿nuestra tradición literaria, nuestros mitos, nuestras leyendas?. No necesariamente. Dice Castoriadis que “toda sociedad debe definir su identidad” y que “sin las respuestas a estas preguntas (¿quiénes somos? ¿qué somos los unos para los otros? ¿dónde estamos? ¿qué deseamos? ¿qué nos hace falta?), sin estas definiciones, no hay mundo humano ni sociedad ni cultura –pues todo quedaría en el caos indiferenciado”.
Pareciera que se tiene una empresa difícil al tratar de responder estas interrogantes, el carácter que por sí mismas poseen, reflejan la trascendencia o la inmortalidad que puede adquirir la palabra.
En este punto hay que aclarar la importancia que tiene el contexto, refiriéndonos al espacio-tiempo, poniendo de ejemplo el caso de nuestro país. ¿Qué es lo mexicano? ¿Qué define lo mexicano? ¿Existe lo mexicano? Cuestiones que ponen a cualquiera con un gramo de inteligencia a pensar y sobre todo a reflexionar sobre el estado de nuestra nación. Siempre se ha dicho que lo mexicano se caracteriza por su música ranchera, por su arte tan surrealista, por el pasado y los pueblos indios que han perdurado, por su gastronomía, por la efusividad y calidez de sus personas, entre otras muchas cosas. Sin embargo ¿todo aquello define lo mexicano? Seria incrédulo decir que sí, como negar que no sean parte de las características que como sociedad tenemos. Indudablemente debemos repensar aquello que define lo mexicano, a partir no solamente de nuestras características sociales, sino de un replanteamiento en nuestra mentalidad como sujetos inmersos en una cultura, pues dice Paz que "en nuestro territorio conviven no solo distintas razas y lenguas, sino varios niveles históricos."
Es imposible seguir cuestionándonos sin entender lo global, pues este ha sido más que sólo un concepto, ha sido todo un proceso en el cual todas las naciones se encuentran suspendidas y por consiguiente interrelacionadas. Aquí aludimos a la globalización como al “proceso inherente al capitalismo, en cuanto a la esencia misma del proceso de acumulación, implica tendencias de expansión a nivel internacional verificables desde la primera fase del proceso capitalista” (Hiernaux, 1996). No podemos dejar aislado que todo está dominado por las lógicas del mercado, debemos repensar lo que nos sucede no es tan ajeno por ejemplo, del otro lado del hemisferio; cabe aclarar que es cierto que cada nación se idéntica a partir de sus particularismos y/o características propias, no obstante, como dice Lacan, “la imagen que conforma nuestra identidad esta mediada por los otros, es la mirada del otro la que nos devuelve el significado de lo que somos”.
Si bien aquí dilucidamos la imagen y la construcción del otro, no es para simplificar, ni mucho menos sintetizar la identidad con respecto al otro o en su defecto, disociarlo del entramado cultural existente. Pues como en el Popol Vuh, los dioses crearon a los primeros seres humanos de madera, pero después estos fueron destruidos por la imperfección que contenían.
Referencias:
Castoriadis, C. (1983). La institución imaginaria de la sociedad. Tomo I. Barcelona, Tusquets.
Hiernaux, D. (1996). “Globalización, integración y nuevas dimensiones territoriales: una aproximación conceptual”, en Diseño y Sociedad, (México), UAM-X, Núm. 6, Primavera.
Lacan, J. (1980). El estadio del espejo como formador de la función del yo (“je”) tal y como se nos revela en la experiencia analítica, en Escritos 1, México, Siglo XXI.
Paz, O. (1993). El laberinto de la soledad; Postdata; Vuelta a El laberinto de la soledad.
México: Fondo de Cultura Económica.